El primer tercio del siglo XX representó la auténtica edad de oro de las Festes de Sant Roc de la Plaça Nova. En 1903 se renueva la Comissió de Festes con la incorporación de jóvenes pertenecientes a los linajes menestrales habituales del barrio y de nuevos vecinos, prohombres de la política y la intelectualidad del momento y jóvenes con ínfulas artísticas, que dan un giro a la fiesta y que, sin alterar el espíritu popular de su esencia, las enriquecen con un aire nuevo de catalanidad y modernismo.
La Comissió de Festes incorpora nuevas actividades en la fiesta de acuerdo con los gustos del momento: sardanas, bandadas, gigantes y capgrossos, una cucaña nueva, globos y fuegos japoneses, conciertos y bailes a la moda y el cartel de la fiesta. Este cartel, único y original en cada edición, era concebido por el artista plaçanoví Antoni de Paula Rigau. Realizó cincuenta seis, entre los años 1907 y 1972, y cada uno es una obra de arte y una crónica del momento. Se convirtieron en una auténtica atracción de la fiesta que toda la ciudad esperaba.
En 1903, la Comissió de Festes acordó confeccionar una nueva bandera del barrio. Es conocida como la Bandera Verda, por el color de su tela de seda y por sus flecos y bordones dorados. Desde entonces la Bandera Verda desfiló en el Seguici del santo junto a las banderas de los Bastaixos y de la Ciutat.
En 1904 Francesc Llorens, carpintero y anticuario de la calle del Bou de la Plaça Nova y miembro de la Comissió de Festes, construyó una nueva cucaña para las Festes. Esta cucaña, que actualmente es todavía la misma, es singular tanto por su color verde intenso y su forma -dos palos plantados en el suelo con un tercer larguero engrasado y giratorio- como por el juego en sí, llamado simplemente Cucanya de la Plaça Nova. La cucaña se ha convertido en un ritual y principal atracción de los niños y niñas del barrio durante generaciones.
En 1906 la Comissió de Festes encargó una pareja de gigantes a El Arte Cristiano de Olot. Los gigantes de Sant Roc de la Plaça Nova fueron los primeros gigantes barceloneses propiedad de los vecinos de un barrio en Barcelona, y han estado en activo ininterrumpidamente. Con los gigantes se compraron un par de capgrossos, conocidos como el Tano y el Beco, desaparecidos en 1963. En 1907 se añadió un tercer capgròs, el Cu-cut, personaje de la revista satírica del mismo nombre, muy popular en la época. En 1909 nació la tradición de otro elemento que se convirtió en imprescindible en las fiestas del primer tercio del siglo XX, y que también perdura a las actuales, el Gran Globus del Capità Munyon.
Las Festes de Sant Roc disfrutaron de gran prestigio y atención, sobre todo en la década de los años treinta, y eso lo constataba la prensa de la ciudad. A pesar de todo, sufrían las circunstancias convulsas del momento. El Ayuntamiento de Barcelona, que en 1909 perdió la costumbre de cumplir el voto de ciudad, en 1923 suspendió la subvención a la Comissió de Festes de Sant Roc. Las dictaduras de los generales Primo de Rivera y Berenguer hicieron tambalear las fiestas, que no recuperaron el brillo hasta la Segunda República.