En 1884, mientras el Ayuntamiento de Barcelona renueva el voto de ciudad a Sant Roc que había dejado de cumplir en 1851, los vecinos y comerciantes del barrio eligen los miembros de la que sería la primera Comissió de Festes de Sant Roc constituida oficialmente y, por tanto, de la que se conservan las actas y las cuentas. La nueva Comissió de Festes dará un gran impulso a las celebraciones en su aspecto más festivo y popular.
Se estrenan nuevos adornos que confeccionan los vecinos, con gallardetes por toda la plaza y con siete grandes banderas para las siete calles del barrio. Se complementan los juegos de sortija con la primera cucaña, que es traída desde Sarrià. Se contratan bandas de música que participan en el Seguici del santo y que amenizan los conciertos de tarde y los bailes de noche. Las representaciones de títeres son ya un clásico de la fiesta. Se inicia la tradición de los Panellets de Sant Roc -dulce de receta secreta y de gran reputación- y, gracias al obispo Català, el reparto de bonos y del pan de los pobres. En 1894 se celebran unas grandes fiestas por el centenario de la Bandera de los Bastaixos de la Plaza Nueva.
En el último tercio del siglo XIX las celebraciones de Sant Roc de la Plaça Nova se extienden por las calles de alrededor: la de Ripoll, la de la Palla, la de la Tapineria, la dels Sagristans ... Las Festes de la Plaça Nova, pero, gozaban de un amplio reconocimiento en toda la ciudad. Acudían auténticas multitudes a ver las iluminaciones y a asistir a los bailes de los entoldados y los cafés pero, sobre todo, a los fuegos artificiales que cerraban las fiestas, que durante décadas fueron los más celebrados de toda la ciudad de Barcelona.