El año 1794 el Gremio de Bastaixos de la plaza Nueva, con sede en la plaza y bajo el patronazgo de la Virgen María de la Victoria -la imagen de la cual estaba en la torre del Obispado de la plaza-, ofrendó una bandera de santo Roc a los vecinos del barrio que organizaban las fiestas del santo, en las cuales el gremio también participaba desde hacía años. Pronto la Bandera de los Bastaixos fue un elemento imprescindible de la fiesta de Santo Roc y del Séquito, que, desde el 1780 y hasta el 1835, fue a la iglesia de Santo Gaietà, situada al actual Portal del Ángel.
La plaza Nueva, desde su nacimiento el 1355, era el centro vital, comercial y social del barrio de la Catedral. Desde el primer momento fue el espacio de la ciudad que acogía todo tipo de mercados a redós de los cuales aparecieron todo tipos de negocios familiares, fondas y hostales que perdurarían hasta muy entrado el siglo XX. Estos vecinos de toda la vida, los “Xacó”, Tòfol cansalader, Guimet de los billares, Pontí dorador, Pepeta caball..., eran las responsables espontáneas de las fiestas populares que constituían la Comisión de Fiestas de Santo Roc de la Plaza Nueva y calles adyacentes. De esta Comisión de Fiestas, aparte de las crónicas de la época, no conservamos documentación oficial pero la consideramos la precursora de la actual Asociación de Fiestas de la Plaza Nueva.
Las celebraciones durante el primer tercio del siglo XIX iban incorporando nuevas actividades y elementos festivos que acontecieron tradición: el agua de Santo Roc, la sortija, el rosario cantado por los monaguillos de solfa de can Marraco, el templete en medio de la plaza -que era el mismo que el de las fiestas de Carnaval-, el Porrón Largo -que llevó de Mataró na Caterina Xacó en 1830- o los saraos y bailes por la noche. Todo este mundo popular y de barrio lo representó espléndidamente el 1870 Frederic Soler, Serafín Pitarra, en su cuadro de costumbres La Fiesta del Barrio.